Desde entonces, han pasado unos 150 misioneros diferentes: padres, madres, abuelos, jóvenes, españoles, extranjeros… No todos son de Familia Misionera, es más, en gran medida son personas que se han unido al grupo después de haber vivido esta experiencia de evangelización.
Una experiencia muy intensa
Son tres horas, desde las 10 hasta la 1 de la tarde, y en este rato unas 50 ó 60 personas se animan a hacer una visita al Santísimo alentados por los misioneros. Es habitual que tras las visita, muchas personas pidan confesarse. El párroco de San Martín está el tiempo que puede, pero a partir de este curso un legionario de Cristo apoyará para impartir este sacramento.
“Los frutos son de Dios y el mayor fruto se ve en los propios misioneros –explica para LomásRC Santiago Navarro, el responsable del proyecto. Pero también es verdad que vemos cómo Dios actúa en las personas”. Anécdotas no faltan. “Muchos de los actuales misioneros –nos cuenta- son personas a las que se les invitó a rezar”.
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O, como ocurrió el pasado sábado, gracias a la invitación de un misionero, se confesaba un hombre que no lo hacía desde hace más de cuarenta años.
Los misioneros se organizan en tres tareas: los que invitan a las personas a entrar en la iglesia, los que están echando una manita ayudándoles a rezar o prepararse para la confesión, y los que están dentro del templo rezando por los frutos de esta misión urbana.
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